La huelga es uno de los derechos esenciales y básicos que pueden ejercer los trabajadores con la intención de mejorar una situación adversa o de corregir una flagrante injusticia que se está cometiendo. La realidad es que las huelgas suelen estar alentadas y confeccionadas desde los sectores sindicales y las fuerzas de la izquierda más nítida.
Con estas nociones previas por tanto, resulta un escenario un tanto complejo el que se ha dado en las últimas fechas en Barcelona. Y es que la ciudad condal está ahora gobernada por la formación de izquierdas Barcelona En Común, que tiene como alcaldesa a quien fuera activista anti-desahucios, Ada Colau; por su parte, los trabajadores del Metro de Barcelona han realizado una persistente huelga que ha afectado incluso a la celebración de la Feria Internacional del Teléfono, Mobile World Congress, que se ha desarrollado hace unas semanas en la capital catalana.
La realidad es que los trabajadores están llevando a cabo una huelga sin la presión de que les quieran echar de su puesto de trabajo. Los motivos son otros. Esta situación no deja de resultar peculiar, ya que, mientras que esta huelga se ha producido, en todo el Estado no ha habido apenas movimientos de huelga frente a los múltiples despidos de empresas, los recortes de personal, la progresiva disminución de los derechos de los trabajadores, la persecución judicial de los empleados o la criminalización de la actividad sindical.
Los trabajadores del metro de Barcelona pedían aumentos en sus sueldos mensuales, algo a lo que el Ayuntamiento barcelonés respondió publicando sus salarios y la oferta de aumento de sueldos anuales. El caso es que las diferencias entre ambos fueron evidentes, resultando los barceloneses como los perjudicados. Y es que desplazarse en el Metro de Barcelona es una urgencia para los ciudadanos, como lo puede ser contratar los servicios de cerrajeros Cartagena 24h, contactar con los bomberos o llamar a la policía.