El esperpéntico y salvaje escenario que se ha estado viviendo en la Comunidad Valenciana durante la etapa democrática bajo el Gobierno monocolor del Partido Popular parece haber tocado a su fin. Eso sí, atrás quedan lustros en los que la corrupción ha ido devorando la imagen del pueblo valenciano y robando dinero que pertenecía a todos y cada uno de los ciudadanos de esta región.
La corrupción ha salpicado a las tres provincias valencianas de una manera bestial, como una plaga, algo que también ha ocurrido en comunidades como Madrid o Andalucía. Pero esta triste práctica llevada a cabo desde los poderes fácticos de la comunidad contrasta considerablemente con los recortes en educación o sanidad que se han ido implementando en este tiempo.
Hace dos años, Alicante vivió con dos de sus trabajadores sociales una vergüenza a la altura de todo lo ocurrido en la Comunidad Valenciana en estos años. A finales de 2014, el Ayuntamiento de Alicante decidió no renovar el contrato a dos de sus cincuenta trabajadores sociales; se da la peculiaridad extraordinaria de que estas dos personas que perdieron su empleo tenían cáncer, lo que denota la falta de humanidad en tal procedimiento.
El hecho se agrava al tratarse del despido de dos trabajadores públicos. Incluso resultaría difícil imaginar que una empresa privada, como, por citar alguna que sirva de ejemplo, Cerrajeros San Juan, echase a la calle a dos de sus operarios por tener cáncer. Pero el caso es que ha sido el propio Ayuntamiento el que ha incurrido en esta lamentable praxis.
El departamento de Recursos Humanos sabía que estas dos personas a las que no se les renovó el contrato padecían, uno, tumores en el riñón y la garganta, y el otro, tumor en el estómago. Pese a la insistencia del sindicato UGT, no hubo respuesta alguna en esta discriminación despreciable, que acabó con el resto de los cuarenta y ocho trabajadores sociales con sus contratos renovados.